Tras la victoria del PP en todo el Estado (a excepción de Cataluña) el pasado 28 de mayo, el presidente del Gobierno acelera la cita en las urnas para evitar un crisis interna en el PSOE.
Pedro Sánchez se ha visto obligado a asumir «en primera persona» la mala actuación del PSOE en las elecciones municipales y autonómicas y convoca elecciones generales para el próximo domingo 23 de julio.
Con esta decisión de Sánchez, Yolanda Díaz y Podemos tendrán que cerrar su acuerdo en apenas diez días, por lo que el jefe del Ejecutivo también espera obligar a su izquierda a reorganizarse sin más debates sin sentido.
Por otro lado, espera movilizar al electorado progresista para evitar que una coalición liderada por PP y Vox tome el poder. Sánchez se pronuncia en contra de una caída a fuego lento a favor de intentar capitalizar el fracaso de las elecciones autonómicas y municipales.
En fin, se trata de una jugada arriesgada que virtualmente pone a Sánchez al límite: o recibe un fuerte apoyo del electorado para continuar gobernando, o pierde las mayorías y cede el poder al PP. Lo único que a día de hoy esta claro es que los resultados del 28M marcan un cambio del mapa político español que puede envalentonar a Alberto Núñez Feijóo, líder del PP, de cara a las elecciones anticipadas de julio.
